Ruedes


Soy rural. Tan rural como las amapolas; tan rural como ese canto que se esconde en la ladera del camino.
Un día, por la no casualidad -ya que no creo en ella, y pienso que todo es por algo-; la vida me llevó a Ruedes. Mi querido lugar de retiro en donde se palpa la vida.
Soy feliz desde que amanece, con esos trinos misteriosos de los pájaros, que intentan dictar su fatiga, su trabajo y su vida llenando los lugares de tonos misteriosos; como cuando anochece, con esas visitas inesperadas de algún jabalí que baja a recoger su alimento…
Es normal ver ardillas subidas en lo alto de las copas; es cotidiano alcanzar las campanillas de las vacas en prados vecinos y el canto del gallo que ameniza el amanecer.
Existe la quietud y la vida parece detenerse cuando el reloj implacable, marca las horas.
Las gentes, acogedoras y llenas de encanto, dicen con su presencia, que el ser humano es más y más. Que el ser humano está lleno de vida y no necesita mucho para vivir.
A diez kilómetros de Gijón, se encuentra la Naturaleza y la Paz.
Ruedes es… un mundo aparte del mundo. En mi mundo. Es… mi otro Yo subido en la copa de la evolución, de la transparencia… de la quietud…


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